Sobre
intersección de calles Rojas y Avellaneda se erige un barrio en crecimiento;
precisamente dos manzanas lo conforman, limitan con ruta 9 al sur y al norte
con zonas rurales, donde hace más de 4 años que estos cañadenses sufren desventuradas inundaciones.
Por Emanuel N. Soverchia
Tras el último período de intensas lluvias y luego de
ver en los medios a la Intendenta
municipal Stella Maris clerici argumentando que la presa recientemente
construida durante su gestión, dio buenos resultados y ésta resistió el
desborde del agua; y como consecuencia de inundados y muertos; se merece un
análisis un poco mas profundo acerca del funcionamiento de los recursos para
terminar con las inundaciones en Cañada de Gómez.
La funcionaria recorrió los medios locales tomando
responsabilidad gubernamental con respecto a las últimas lluvias frondosas que
se dieron en todo el sur santafesino, diezmando también a nuestra ciudad; en
los cuales se la vió diciendo que la presa fue un éxito y al pasar los minutos
informaba cuantos metros le faltaba para desbordarse; lo difícil de entender es
que aún quedan cicatrices de la gran inundación del año 2000 que dejó saldos de
enormes perdidas materiales y varios
muertos; y especular con que faltan solo metros para que el agua trasvasa la
presa deja mucho al descontento ciudadano. Algunos vecinos del sur de la ciudad
se inundaron y sufrieron otra vez
perdidas materiales y regresiones del horror de aquel trágico noviembre; otros
aunque no inundados esta vez, elevaron sus pertenencias unas sobre otras por
temor a perderlas de nuevo; el agua en otros sectores llegó a los bordes de las
entradas de las casas y aquellos que se llevaron la peor parte se encontraron
con sus hogares otra vez inundados. Hay
que destacar que no hace falta que entre un metro o más de agua en las casas
para decir: INUNDADOS; 10
centímetros de agua barrosa es suficiente para destrozar
muebles y estructuras edilicias, además de traer consecuencias insalubres y
alimañas. No olvidemos lo ocurrido en las inmediaciones del Club Newels Old
Boys que fue una desgracia con suerte: ¿si el agua acumulada no se detenía allí
cual sería el destino de la misma? Pero para no caer en falsos argumentos
entrevistamos a un vecino del Norte
de la ciudad, también inundada en aquellos días:
“Tuve que
elevar la estructura de la construcción de mi casa al edificarla porque era
zona de inundaciones” - argumenta Hérnan
al El Informe.
Continúa: - “...
Esta ultima vez y el año pasado que llovió fuertemente, entró en mi casa 10 centímetros de
agua y en el patio medio metro, a algunos vecinos aun más”
Desde avenida Santa Fe hasta Echeverría por calle
Carlos Gardel corría aproximadamente medio metro de agua en media hora de
lluvia.
“Tuve que
levantar mis muebles para que no se arruinaran y esperar a ver que destinaba el
agua; a mi vecino le tumbo el tapial por la fuerza de la corriente” - prosigue Hérnan.
Los días de lluvias sobre esa zona se desata un
desastre del transito, puesto que los litros que se acumulan por la gran masa
de agua que cae tiende a formar un “arroyito espontáneo” que busca desembocar
en el Arroyo Cañada de Gómez y encuentra un salida por calle Alem; que se
inunda abruptamente y de manera consecutiva. Los vecinos del Norte cañandense
elevaron sus reclamos al municipio y no
recibieron respuestas favorables, así insistiendo con sus reivindicaciones
durante 5 años hasta que se decidió construir un canal que surcaba un baldío y
que transitaba hasta calle Alem solucionado provisoriamente el problema. Tiempo
después el canal no era lícito y tras un abandono de mantenimiento este se fue
tapando.
“Yo tenía
unos postes de alumbrado en el jardín de mi casa (Rojas y Avellaneda) y horas
más tarde los encontré en el Parque Municipal”-
nos comenta Hernán con
indignación.
“…También el
mejorado de calle Rojas fue a parar al Parque, el agua se llevó todo” - sigue.
Problemática ésta que se da en toda la periferia de
nuestra ciudad y que no son solucionadas porque todo pasa.
“Entendemos que
la naturaleza actúa de improvisto pero por lo menos exigimos cierta autocrítica
por parte del municipio, voluntad de actuar… no pueden esperar a las tragedias
para comenzar a trabajar”. Opina
Hernán
Cuando el agua baja y se secan las calles todo vuelve
a la normalidad y así seguimos viviendo los cañadenses: los funcionarios tiran
el polvo bajo la alfombra que cubren los baches. Generando un sistema de
conformismo y eso se percibe en el ánimo de los ciudadanos. Es hora de comenzar
a trabajar en serio y que dejemos de naturalizar éstas negligencias por parte
de aquellos que elegimos para que nos representen. Sí la Presa
ésta, pero Cañada se sigue inundando.
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