LA REVOLUCIÓN DESDE LA CAMA
SEMBLANZA A TATO GARABATO
Por
Emanuel N. Soverchia
Tato fue un grande, y el domingo
se fue de gira… de ronda y solfeos, riffs y notas adiestradas. Tenía la pelada
de los grandes: como músico era Luca Prodan; como artista era Alberto Olmedo;
como poeta era Girondo y por momentos Neruda respirando hondo; como político
irónico era Tato Bores; como actor nos hacía reír y llorar, un Luis Sandrini;
como Luthier era Marcos Mundstock, como inventor era Da Vinci; como dije tenía la
pelada de los grandes, la palabra de justos, la voz de cantan.
Garabato fue todo eso y algo más…
ese más que nadie podía describir más que otro más… Tato era un mito, era
cañadense, el Punto G de los políticos de turno; era el hijo de Elder.
Amante de los niños, odiante de las cadenas nacionales;
bondadoso, humano y serenamente un rebelde. Era el agua de todos los aceites;
el hijo de todas la madres, el padre de todos los ángeles; el amigo de todos
los seres. Los aplausos en el Verdi, la sinfonía más amada, el Hogar con
sonrisas enmarcadas.
Su templanza nos conectaba con el
mundo de los artistas, nos daba las riendas de todos los corceles; su mirada,
ah! Su mirada… simplemente la transparencia de la humildad en la oscuridad de
los ojos; su brillito de Garabato en su José Fernández de nostálgicos. Dos
micrófonos, dos entradas… las noticias, las carcajadas. Garabatos de justicia a
cara lavada; contra herejes y malvadas. Enemigo de la hipocresía, de los “No
Poseo” y las Toyotas 2011; era sinónimo de la palabra amigo. No te aflijas, no
es la lluvia, son las lágrimas de los que están con él riendo a carcajadas.
Nació en su septiembre nuevo; en
su seis del día; armó castillos de cristal, dialogó con los sabios, tocó música
con los gigantes; fue liliputiense en
la bahía de sus parpados; montó su potrillo de Quijote, y acarreó a los sanchos
con alma. Galopando por los techos en la antena anudada despojó de miedo a los
que callan. Los Murciélagos, las garrafas descorchadas, los instrumentos de
madrugada, los besos en las ramblas, “Desafinando tus oídos”, silbando con
papeles los canarios; el pelado y el peludo; en la terraza las ranas. CristiNets, la cinta de enmascarar y la
luz semiapagada.
Tato Garabato creó la humanidad
entre los necios; abrió esperanzas entre los ciegos; dibujó albores entre los
infantes; abrió la garganta con cansancios en la noche para entonarlos de mañana,
sacudió a los suelos de los poderosos; mientras todos los hipócritas se
convertían en revolucionarios en los cafetines de la cuadra, el maestro hizo la
revolución de pie y también desde la cama.
Fue impune con los “Impunes”, fue
el guía de los “Gabis”, fue la magia del “Tío WhatsApp”; el esplendor de la
“Diapasónica”; la primavera de la canciones más sentidas; fue sorpresa en
Pandora Box. Es su saxo, el xilofón, la guitarra y violín, los celestines, el
acordeón es la nota más perfecta, pues, SI LA CLAVE DE SOL Y LA RE DO… ¡FA!, es
el viento, la brisa y la tempestad. Es la calma, la acción, la inquietud. Es
Tato Garabato, ¿quién va a ser si no? De las doce, el más maestro de todos los
docentes. El maestro de la vida. “Humo sobre el agua”
Es la mañana del buen día, es la
nube de todos los firmamentos; es la espada de cables chuecos, de cobres
desconectados, de Alegranzas y Tristezas; de puteadas y poesía; su
Independiente, “el Rojo”, el club de sus amores. Es Tato Garabato; sí, ¿quién
va a ser si no? Es aquel que va allá, ¿lo ves?, sí allá, entre los niños, con
su crisol de cuentos y Buscaglias; con sus muletas como alas.
Quien va a ser sino… “¿Qué
haces Pibe… todo bien? enchufá los micrófonos que ahora salimos al aire… le
entramos a Pandora”
Es
Tato; “Te lo
digo yo… Post Data”.
A
pesar de no poder verlo sobre el suelo, siempre canta eternamente cuando
oigamos en el buche de las aves, Garabato hecho trinos.
SUELTA
DE GLOBOS, MÚSICAS Y ANECDOTAS
Su nombre verdadero es José
Francisco Fernández, pero el adoptó Tato Garabato como su apodo definitivo;
saxofonista y tecladista de la legendaria banda de rock local Punto G; docente,
amante de la obra Oliverio Girondo y como él mismo se define Luthier
del Desuso. El pasado domingo 16 de agosto falleció a causa de una
enfermedad contra la que luchó durante más de 20 años. Sus familiares, amigos,
y todos sus seres queridos, lo despidieron como él hubiese querido: con
alegría, festejos, y por supuesto música. El acto fue muy emotivo donde las
lágrimas de alegría y nostalgia se confundían con las sonrisas detrás de cada
anécdota contada. Se tocaron canciones, se escucharon obras compuestas por Tato
y con palabras alusivas en su honor se realizó el Homenaje. Todos los presentes
tocaron Celestines, un instrumento
que el mismo Garabato creó con sus propias manos; éstos fueron entregaron como
obsequio en recuerdo del músico cañadense. Se esbozaron escritos de Oliverio
Girondo, su autor preferido, y por último se liberaron globos al cielo; como
símbolo de libertad y niñez representando, hilos y barriletes. Hoy descansa
junto a su padre en el cementerio de nuestra ciudad. Siempre estará en nuestros
corazones y en nuestras canciones. ¡Hasta siempre… Tato Garabato!
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