sábado, 14 de noviembre de 2015

“NO TENGO LUZ, NI GAS, NI SIQUIERA AGUA…”

De esta manera continúan manifestándose vecinos que solicitan ayuda debido a su situación económica. Tras el paso de las elecciones parece ser que muchas familias han sido productos de promesas incumplidas dejándolas en estado de abandono. Resurgen así, las realidades que los funcionarios de turno intentan ocultar con propaganda política en épocas de electorales.


Vivienda de Gladis - Foto: Emanuel N. Soverchia

Por Emanuel N. Soverchia

Gladis tiene 48 años, es oriunda de Santiago del Estero, ella nos contó que no sabe leer ni escribir y luego de vivir un tiempo en la ciudad vecina de Armstrong,  hace tres meses reside en Cañada de Gómez, precisamente sobre calle Cochabamba al 500;  su situación económica es alarmante. Su hija Sandra en virtud de solicitar ayuda y ante tanta desesperación de ver a su madre en esa condición social; convocó a este medio para que la sociedad conociera su historia.
 “No tengo luz, ni gas, ni siquiera agua… cosas de una casa, no tengo nada…” - Gladis nos relató cuáles son sus necesidades primordiales.
Esta vecina hablaba con lágrimas en los ojos, como ocultándose la mirada cuando nos narraba su momento más triste, una joven mujer que pelea día a día para poder sobrevivir en la ciudad. Su dignidad es de hierro y su testimonio desgarrador.
Nos contó con el llanto al borde sus ojos: “Cuando tengo que ir al baño debo ir a la casa de mi hija y a la madrugada, arreglármelas como puedo…” (Llora).
Esta mujer trabaja por las mañana limpiando hogares, y eso es el sustento que aún la hace continuar para mantenerse junto a su otra hija de 14 años que convive con ella, que en la actualidad tuvo que abandonar sus estudios por falta de dinero y materiales. Dos mujeres solas, en medio de la nada, tratando de sobrevivir; una casita humilde construida con chapas y lonas, se asoma entre el pastizal; su posible vivienda.
Interior de la vivienda de Gladis - Foto: Emanuel N. Soverchia
“Limpio casas, porque lamentablemente no pudo entrar en ningún lugar, porque te piden tantos papeles que… no sé ni leer ni escribir… me doy la cabeza contra la pared; estoy complicada pero si puedo salir adelante mi hija volverá a la escuela…” – Comentó la joven madre; quien además expuso: “Para comer me las arreglo, un poco con mi trabajo de limpieza y otro poquito con la ayuda del gobierno, una asignación, pero es muy poco”.
Gladis recurrió como muchas otras familias cañadenses a las autoridades de turno, en este caso hace algunos meses atrás en un intento de mostrar acciones de inmediatez para lograr algunos votos más, el gobierno municipal construyó una sede para recepción y/o ayuda a la comunidad en la zona sur de Cañada de Gómez. Este sitio fue llamado por la actual Gestión: Delegación Municipal de la Zona Sur “Carlos Faúl”, con el propósito de agilizar y contener a los vecinos de los barrios ubicados al sur de la ciudad. Sin embargo, las respuestas siempre son las mismas.
“Fui a hablar al frente del hospital (Delegación Municipal “Carlos Faúl”) por dos temas, uno de ellos es el de la luz y para solicitar algo de mercadería; y me dijeron que no me podían ayudar hasta que ellos no me visiten… hasta hoy, lamentablemente tengo que decirlo, nadie vino, fui dos veces y me prometen que ya van a venir, pero no vinieron” – definió la vecina.
Le consultamos cómo hace con el insumo del agua, Gladis nos explicó: “Me da agua el vecino…”. Con respecto a la energía eléctrica, Gladis nos contó constantemente llorando que ilumina su hogar con velas.
En un momento de la entrevista nos detuvimos y notamos su emoción incontenible, Gladis nos dijo: “Me emociono porque hay cosas que me pasan por dentro…”. También dejo un mensaje a las autoridades municipales: “Me gustaría que vengan; que vengan a verme, porque parece que uno le explica y es como que no creen. Pedí trabajo y me dijeron que me iban a llamar al celular de mi hija… pero bueno, estoy esperando.
Futuro baño y lavadero - Foto: Emanuel N. Soverchia
Gladis vive sola en una vivienda precaria que la cubre del frío y de las lluvias, su única familia en la ciudad son sus dos hijas; pide ayuda para acomodar su situación, una realidad que muchos funcionarios ocultan detrás de campañas y arreglos tan solo para utilizarnos como votantes.
“Al principio entraba agua, bastante; pero esperé a cobrar un poquito de dinero y con eso me compré una lonita para tapar el techo, también sufro frió, pero bueno…” culminó Gladis. Quien clamó la ayuda de la comunidad al menos con una garrafa y un mechero para poder cocinar.

Fotos: Emanuel N. Soverchia

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