María
Paula Argañaraz Genre tiene 21 años y es oriunda de Cañada de Gómez. Está
cursando 5° año de ña carrera abogacía en la Universidad Pública. Quien viajó en
diciembre pasado como voluntaria a Egipto con la Organización AIESEC (Association Internationale des Étudiants en
Sciences Économiques Et Comerciales) a trabajar con mujeres refugiadas en
ese país. “Lo que realmente define lo que uno es, no es
lo que uno tiene” – expresó a nuestro medio como mensaje final.
Por Emanuel N. Soverchia
María Paula en el Orfanato (Egipto) |
A María Paula le
encanta viajar y como ella misma describe, “es la mejor inversión de tiempo y dinero;
viajo sola desde los 16 años. Disfruto mucho investigando todo tipo de lugar
(por más recóndito que sea), mapas, rutas culturas; el planear y organizar todo
viaje lo disfruto tanto como al viaje en sí”.
Agrega: -(Des)afortunadamente
no tengo miedo a nada; para mí cuanto más diferente sea algo o alguien mejor,
en todos los sentidos y en cuanto a viajes y experiencias obviamente también.
Elegí este desafío porque me pareció Perfecto; viajas, ayudas y aprendes (y el aprendizaje
de éste viaje tiene una esencia distinta a cualquier otro, porque son
enseñanzas d vida)”.
El viaje comenzó el 27 de diciembre de 2017 y regresó a la Argentina el 15 de febrero de 2018.En diálogo con La Imprenta esto fue lo que nos narró de su experiencia en Egipto:
María Paula junto a Maha, su traductora |
-Estuviste
en Egipto con mujeres refugiadas, ¿vedad? Contanos como comenzó todo… ¿cómo
tomaste la decisión?
-M.P.A.: Sí; la verdad que fue todo muy
casual. Nunca se me ocurrió irme a Egipto, ni a trabajar de voluntaria. Si me
gusta mucho la aventura… el desafío constante, pero no estaba esto en mis
planes; y una noche sin poder dormir, estaba en Facebook y en una página de la
Facultad publican el tema de la organización que se llama AIESEC y entro, por
aburrida que estaba, y me pongo a investigar…y me encantó. Llené un formulario
por internet; ellos se comunican conmigo y ahí empiezo a tener charlas
informativas, entrevistas… y una vez que me aprobaron en la entrevista de Rosario.
La segunda instancia es la entrevista con el país de destino. Yo tenía que
elegir entre diferentes opciones para después aplicar en una. Yo ya había
elegido Egipto o Marruecos y terminé aplicando en las dos.
M. Paula junto a Nesreen (Orfanato) |
-¿Por
qué elegiste esos lugares?
-M.P.A.: Porque me parece que cuando más
distinta era la cultura y más lejos, más desafiante era. Y terminé aplicando en
los dos, pero tuve que decidir; así que les dije que me den un fin de semana
que vuelvo a Cañada y hablo con mi familia; porque mi familia sabía, pero nunca
pensamos que iba a ser todo tan rápido y que iba a terminar sucediendo
realmente…
-¿Y
qué te dijeron en tu casa de Cañada de Gómez?
-M.P.A.: Mi papá siempre me dijo:
“siempre cuando sea educación y un progreso personal, dale para adelante…”Así
que los dos (madre y padre) me apoyaron y siempre me dijeron que sí. Obviamente
con todos los miedos; y más mi madre (risas) pero cuando tuvimos que comparar
Egipto o Marruecos, para decidirme, dijimos Egipto. A mí sinceramente me
gustaba más ese proyecto, aunque no tanto el país. Y pusimos en la balanza y
ese fin de semana me decidí y confirmé con Egipto; ellos me enviaron carta de
invitación y tuve que hacer la visa; luego comencé con charlas en el comité de
Rosario y seminarios de preparación antes de viajar en diciembre; y un
seminario cuando llegué allá.
-¿Con
el idioma como te llevabas?
-M.P.A.: Nos comunicábamos entre todos
con el inglés porque éramos voluntarios de todo el mundo…
-¿Hablar
inglés era uno de los requisitos para poder ser voluntario?
M. Paula junto la hermana de Nesreen |
-M.P.A.: Sí; era un requisito. Tener un
nivel determinado que yo era en lo que más aprobaba en la entrevista. Allá
trabajábamos con traductor. Yo trabajaba en dos ONGs; una de refugiadas de
Sudán, Siria y Kenia y otra era un orfanato de chicas egipcias. En el orfanato
trabajábamos con una traductora que traducía, del árabe al inglés. El problema
era en la otra ONG; la de refugiados, porque cada país tiene muchas etnias
distintas y cada una de ellas tiene su lenguaje, y son lenguajes super
extraños, que casi nadie habla. Entonces a veces teníamos, una mujer, su propio
idioma, tenía una traductora; y esa traductora a veces no te traducía del árabe
al inglés, sino que traducía al árabe. Entonces desde el árabe al inglés, otra
traductora… ahí uno lo receptaba en su mente en su idioma y recién ahí se
comunicaba. Y es un esfuerzo mental y desgaste bastante grande al final del
día.
-Háblanos
de las mujeres refugiadas…
-M.P.A.: El motivo de las mujeres
refugiadas era la guerra en su país. Eran problemas bélicos, entonces por eso
ellas estaban en Egipto. Eligen Egipto (África), porque es uno de los países
más estabilizados institucionalmente. Ellos no tienen invasiones; tienen
problemas de frontera con Libia y tienen problemas en el sudeste, en la parte
del Monte Sinaí. Ahí cada tanto hay problemas y obviamente siempre están
armados y todo activo; pero no están en guerra propiamente dicha o en conflicto
constante. Es el país más estable, por eso las envían allí. Imaginate En las
condiciones de inferioridad que vive una mujer egipcia, ya con problemas; y
sumale a eso a ser una mujer no egipcia refugiada en situaciones terribles.
Ellas lo único que quien es volver a su países, aunque estén en guerra; su país
es su lugar donde dejaron sus familias, sus trabajos, sus casas, todo.
Mujeres Refugiadas |
-¿Cuál
era específicamente tu trabajo, el de los voluntarios?
-M.P.A.: Nosotros, en el centro de
refugiados hacíamos sesiones de empoderamiento. Las primeras sesiones, ellas se
presentaron; contaron sus historias para que nosotros más o menos, sepamos con
que nos íbamos a tratar. Cada una, obviamente, tenía distintas historias; y
bueno ya uno de por sí carga una historia que nos caracteriza, y ellas tenían
algunos “plus”, así que era como para estar atentos y poder tratar con guantes
de seda todo lo que ocurra, porque era todas situaciones muy delicadas. Y ellas
se desesperaban por aprender inglés, así que hacíamos a veces, de docentes, que
no era nuestro trabajo pero yo hablaba con mis compañeras y les decía: “Chicas,
educar también es empoderar; desde mi punto de vista”. Había compañeras que no
querían, y yo si tengo que pensar, a mí me importaba muy poco para que proyecto
había aplicado en Argentina, si en ese momento podía ayudar de la forma que
sea, y si sabía lo que yo les estaba enseñando, las iba realmente a sacar de
miles de situaciones por el resto de la vida. Y más que ellas planeaban el tema
de trabajos, viajes y un montón de proyectos a futuro tenían, por suerte.
Entonces el (idioma) inglés era fundamental. También lo que ellas amaban era
bailar y cantar sus músicas étnicas; así que en el centro tenían como un SUM
donde los últimos 30 o 40 minutos de cada día íbamos ahí y ellas tocaban las
timbaletas; preparaban café, cantaban, bailaban; se ponían sus vestidos y esa
era como la hora feliz del día; porque a veces al entrar ya se sentía la
tristeza en el ambiente. Y una de ellas me dijo “la música es lo único que
tenemos nuestro, lo único que nos podemos traer y lo único que compartimos
entre todas nosotras; lo que nos une…” Lo disfrutaban tanto y hasta nosotros lo
disfrutábamos porque era una energía increíble.
Mujer Refugiada |
-Sabemos
que viste cosas feas… ¿qué fue lo bueno que trajiste de esta experiencia?
-M.P.A.: A mí me cambió muchísimo; y yo
creo que el empoderamiento fue más de ellas hacia mí; que mío hacia ellas. Yo
me siento hoy otra persona en cuanto a las formas de ver las cosas; al Angulo
desde el cual uno elige; ver la vida, ver las situaciones, desde la forma en
que me quiero relacionar con mi vida, con mi realidad, con mi gente, con mi
carrera. Fue un cambio de ciento ochenta grados; y el valorar muchas cosas que
antes no valoraba que para uno son cotidianas y hoy las veo como casi un
exceso, tenerlas o poder disfrutarlas. Yo era una persona -en lo personal
digamos- racional, muy estricta; no me permitía absolutamente una falla y tenía
como una coraza… cuando llegue allá me dije: yo acá vengo a hacer e intentar
colaborar y vengo a hacer lo que tengo que hacer no pienso involucrarme, ni llorar ni nada,
porque si no yo no voy a servir, bla, bla, bla… Fue imposible, imposible no
involucrarse, imposible no sensibilizarse y me lo permití obviamente, y uno se
convierte en “más humanos”; y al sacarme esa coraza, pude, serví igual; fallé
como fallamos todos… fue un cambio enorme para mí.
-¿Cuantos
voluntarios fueron de Argentina?
-M.P.A.: De Argentina, fuimos 20 y de
esos 20 cada uno iba a destinado a un proyecto distinto; por ejemplo de mi
proyecto yo era la única.
Nesreen y M. Paula comiendo un postre típico del lugar (especie de arroz con leche) |
-¿Tenes
pensado realizar otro viaje; continuar con estos proyectos?
-M.P.A.: Hacer otro voluntariado, me
encantaría. A Egipto otra vez, no; o sea volvería por toda la gente que deje
allá. Me encantaría conocer a otros países, otra realidad; enfrentarme a otra
cosa. Y en cuanto a proyectos, yo por mi carrera tengo diferentes opciones a
los cuales me puedo ir dedicando. No tengo idea que destino elegiría, pero si,
supongo que voy a seguir.
-¿Qué
mensaje le darías a la sociedad cañadense?
-M.P.A.: …A animarse a los desafíos.
Animarse a ver las cosas desde otro lugar, desde otro ángulo y valorar. Y
empezar a ver que lo que realmente define lo que uno es, no es lo que uno
tiene, sino lo que uno hace con lo que tiene o lo que uno lleva en su esencia.
En la redacción de La Imprenta - entrevista a María Paula |
Periódico
Libre “La Imprenta” de Cañada de Gómez
Fotos y videos: María Paula Argañaraz.
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