SALVADOR
AGUIRRE: UN TAL CHIZITO…
Su apodo es “Chizito”,
la ciudad completa lo reconoce al verlo pasar; a pesar de su baja estatura su actividad
física nos deja boquiabiertos ya que es un trabajador nato; vive en una
edificación en ruinas dentro del predio ferroviario. El Informe rescató su historia.
Por
Emanuel N. Soverchia
Se
llama Salvador Aguirre; pero un compañero jugador de bochas en el club Everton;
a sus 59 años se gana el pan haciendo
trabajos de limpieza de terrenos y labores de albañilería; a punta de pico y
carretilla le da batalla a la vida. Tiene dos hijos, también es abuelo y una
bondad de antaño le rasura los ojos; esa mirada febril de una nostalgia tardía
lo condena a su soledad encofrada en su propio mundo, aquel universo lleno de
hostilidades y desprecios que lo dibujo en la inmensidad; aunque siempre está
dispuesto a empujar su destino como lo hace con su carretilla. Se asea en las
estaciones de servicio y les tiende al mundo sus manos curtidas.
Nace
en la localidad de Vera y Pintado
ubicada en el departamento San Justo de la provincia de Santa Fe; llega a
nuestra ciudad hace aproximadamente unos veinticinco años donde su primera
vivienda se encontrara en el barrio FONAVI, allí con partía el hogar con su
hermana y su cuñado; hasta que un discusión terminó en una denuncia de desalojo
y Salvador quedó en la calle.
Luego
de un tiempo de recorrer la ciudad sin donde vivir, pasando frío y hambre;
encontró asilo en un garaje frente al Club Social, donde estaba como cuidador
del lugar. Un episodio desalentador lo volvió a dejar sin techo.
-“En
ese momento yo estaba trabajando en calle La Plata y se me hizo de noche, el
dueño de ese lugar me ofreció quedarme para seguir el trabajo al otro día; al
principio me negué porque presentía algo malo; pero como era lejos, me quedé;
al día siguiente me encontré que habían cambiado la cerradura y me habían
llevado todo por orden de un abogado”.
Y
agregó: - “Mis cosas estaban en la comisaría, luego las recuperé, aunque más tarde
me las volvieron a robar en la calle, solo recuperé la carretilla”
Au
que parece un relato ínfimo para muchos, no es poca cosas descubrir que estas
herramientas son la única metodología de subsistencia para este hombre; el
único medio de alimento y vestimenta que tiene a la hora de ordenar su
economía.
Otra
vez en la calle y sin rumbo; Chizito; deambulan días por la urbanidad inhóspita
en busca de reparo y abrigo; hasta que hace un año se le ocurre resguardarse en
uno de los edificios del antiguo Ferrocarril Mitre; precisamente junto a uno de
los vestuarios de esta empresa que funcionaba en aquellas épocas.
El
sitio donde duerme, come y pasa su vida de hogar es indiscutiblemente solo
ruinas; las paredes están destruidas, a punto de derrumbe; muchos ladrillos
están apolillados y sobre el suelo; su cama ya no cumple su función y el estado
del edificio es un peligro para su integridad; la humedad, el frío y la
suciedad del lugar lo acecha; ese medio lo está condenando a un muy mal pasar.
-“Ahí
dentro tengo mi cama y la ropita que llevo puesta; porque si yo compro algo, me
roban todo”
– dijo Salvador a nuestro medio.
En
medio de su soledad, lo rodea la muchedumbre que lo asume como parte del
paisaje; Salvador, un gigante trabajador
de torso pequeño, le pide ayuda a la comunidad:
-“Me
gustaría que me ofrecieran un lugar, algún garaje para vivir tranquilo, con lo
que tengo, sin molestar a nadie; por eso quiero salir de ese lugar”- culminó el hombre de manos
curtidas por la pala.
Fuente: Periódico El Informe de la Ciudad - Cañada de Gómez
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