Dice cualquier manual de redacción
periodística que no se puede -ni se debe- redactar en primera persona del
singular. Pero por tozudo, por renegado o simplemente por tratarse de mi primer
nota en La Imprenta, me tomo la libertad de hacerlo, al menos para dejar en
claro algunas cuestiones que de tan elementales a veces se nos escapan.
Primero
agradezco el convite para escribir en un medio que seguramente en muchas cosas
no coincide con mi línea editorial. Eso habla de apertura y madurez, pero
también de que es tiempo que empecemos a aceptar que las diferencias pueden
enriquecernos y que las discusiones son intercambios de ideas y no peleas
estériles.
De
hecho el último número de esta revista me mencionó como un periodista k, con toda la
connotación despectiva que para mucha gente hoy conlleva esa definición. “Y
ojo que yo no soy k” dice hoy cualquier votante del cambio arrepentido
que en las redes sociales se anime a criticar algo del actual gobierno, como si
la adhesión a las políticas del gobierno anterior fueran una especie de lepra
ideológica infestada de corrupción. Y esa es una de las batallas más claramente
ganadas por Durán Barba y toda su
troupe de políticos, periodistas, trolls y loros seriales de redes sociales:
haber instalado en muchos sectores la idea de que kirchnerismo populista es una
especie de virus del que nos estamos curando con inyecciones dolorosas de
neoliberalismo.
“Duele, pero es lo que teníamos
que hacer” dice
el doctor mientras nos clava tarifazos, devaluaciones, endeudamiento externo y
destrucción del aparato productivo, entre
otros sufrimientos que nos merecemos por haber vivido en una burbuja,
creyéndonos que podíamos tener plasmas y aires acondicionados, y encima salir de vacaciones.
“Todo escritor, por
el hecho de serlo, ya está comprometido: o comprometido en una religión, o
comprometido en una ideología político-social, o comprometido en una traición a
su pueblo, o comprometido en una indiferencia o sonambulismo individual,
culpable o no culpable”,
escribió alguna vez el gran Leopoldo
Marechal. Lo mismo puede aplicarse hoy al periodismo, profesión
infinitamente menos noble que la literaria pero con las mismas
responsabilidades político-sociales.
De modo
tal que tanto los supuestos periodistas “independientes” que bancan abiertamente las políticas
actuales son tan militantes como lo fueron los seissieteochistas desplazados de
los medios por el capitán Hernán
Lombardi. Pero a ellos no se los estigmatiza con mote ni letra alguna. Y
está bien, porque al fin y al cabo son solo eso: periodistas que por el solo
hecho de serlo ya están comprometidos en una ideología político social, como
bien dice Marechal.
“No sabía que iba a estar con un
periodista kirchnerista”
me dijo en una entrevista en medio de la campaña Jorge Boasso el año pasado, después de un par de preguntas que lo
incomodaron. La chicana le sirvió para salir del paso, pero desnuda el neo
macartismo que amplios sectores de la comunidad vienen llevando a cabo para
bajarle el precio a cualquiera que cuestione las actuales políticas de un
gobierno que parece repetir una película
que ya vimos.
Como
toda persona, tengo una postura ideológica desde donde
analizo los hechos y las políticas. Pero soy periodista, solo eso, como un
arquitecto, un mecánico o un carpintero son solo eso, sin letras que lo
adjetiven.
En
momentos de incertidumbre, cuando muchos están perdiendo la esperanza de
reconstruir un proyecto de país más justo, es bueno dejar los prejuicios de
lado y empezar a escucharse.
Y vuelvo a citar a Marechal: "El
pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de
naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda lo que parece
muerto o en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar la
memoria".
Ojalá esta columna nos ayude a
refrescar la memoria.
Columna de Opinión para Periódico Libre "La Imprenta" de Cañada de Gómez
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